Ya llegó, y ya pasó el día más
esperado del año, Madre, para tus romeros. Pero este año ha sido sin duda mucho
más especial.
Más especial, porque llevábamos
sin verte desde el pasado mes de enero, cuando tuviste que dejar tu casa para someterte
a la restauración, ¡que largos se han hecho los días, cuando llegábamos a la
parroquia y no estabas en tu camarín! Pero el reencuentro ha valido la pena,
llegas de nuevo a casa, radiante y sonriente, para ser bendecida por nuestro
párroco, D. Juan Dorado Picón, y para celebrar un solemne septenario
extraordinario previo a tu Romería, en la que de nuevo volverás a tu ermita,
como hace cuatro años.
Los cohetes nos despiertan, y al
llegar a tu casa te encontramos subida a tu carreta, rodeada por una colorida alfombra
de flores, dispuesta para ver amanecer el día,