martes, 16 de septiembre de 2014

8 de Septiembre

Con este título, nos podríamos encontrar una canción, una película, o bien podría ser el nombre de alguna plaza, pero , no. 8 de Septiembre es una fecha en “colorao” en el calendario Sí, sí en “colorao”, pero no en ese calendario que está en la cocina de todas las casas, más bien está en el almanaque del corazón de muchos de nosotros.

El día 8 es el culmen de una pila de actos en torno a la Virgen que se han extendido desde la vigilia de oración celebrada el día de San Bartolomé hasta este gran día en el que celebramos la Natividad de la Madre de Dios.

Han sido muchos rezos, rosarios, ofrendas, la novena, la Consagración de los niños, el pregón, pruebas deportivas y hasta paseos a caballo… ¡Madre Mía! Se pone todo el pueblo en rebumba cada año cuando se acerca tu Fiesta.

A veces, algún hijo tuyo no se entera, o no le llega la invitación y allá que vas Tú, cuando cae la tarde y sales a buscarlo; y a la salida te encuentras la plazuela llena de gente esperando verte para pedirte o darte gracias por sus cosas.

Te acompañan todas las hermandades de nuestro pueblo y Tú los vas bendiciendo y le pides a Tú Niño que cuide de todos, mientras los devotos en la acera ven desfilar ese arco iris que representan las diferentes formas de Amar a Dios en la Villa Ducal.

Pero te sigue faltando “gente” por ver Madre, y tus costaleros te acompañan a la Alameda y tras una entrada triunfal en la Plaza por Tía Mariquita al son de… esa gran banda de nuestro pueblo, Te das cuenta que todavía no has encontrado al “perdío” y eso que las campanas de la Concepción lo han llamado con un repicar blanco y celeste. Pero nada.

¡Qué guapa eres Madre! Y ese perfume de nardos colorea la cara de los más pequeños que te ven montados a hombros de sus padres. ¡Cuántos chiquitines van alrededor tuya este año! Vestidos de blanco y celeste…

¡Cuánta gracia te ha hecho cuando tu grupo joven te ha empezado a hacer cosquillas con todos esos pétalos de flores en la calle Palomo! Es la recompensa por todo lo que trabajan y te quieren.

Y lo que te gusta, Madre, la música que te regalan los muchachos de nuestra banda y tus hijos costaleros al compás, camino de tu casa y otra vez tu plaza a rebosar… pero no está ese hijo tuyo que andabas buscando… y que no ha venido a felicitarte.

Quizás la culpa ha sido mía, quizás no se enteró cuando se lo dije o ni siquiera llegué a decírselo. Estuve muy ocupado con “mis preparativos”…

Sólo me alivia saber que Tú María, al final lo encuentras aunque él siga sin enterarse. Sólo me Consuela la certeza de que UNA MADRE NO SE CANSA DE ESPERAR.

Antonio Cuevas Rodríguez (Diputado de Formación)